Puede que tu familia se esté desmoronando por el comportamiento agresivo de tu hijo o hija. En éste artículo te ayudo a reflexionar sobre qué está ocurriendo y qué poder hacer si estás en una situación de violencia filio-parental (VFP) o dicho de otra forma el maltrato de hijos a padres.

A estas alturas de la película, ya sabes cómo se debería actuar ante una situación de malos tratos, ya que lo ves continuamente en la televisión, en las revistas, en los carteles que visten tu centro de salud…

Aunque no está de más recordarte que, el 016 es el número de teléfono al que acudir en caso de violencia de género. Y aquí tienes el enlace oficial por si necesitas otra forma de comunicación (via whatsapp, email…).

¿Qué hacer en caso de violencia filio-parental?

Cuando digo violencia, maltrato o agresividad, no hablo de un grito puntual o de una reacción impulsiva debido probablemente a los cambios hormonales que sufren los menores, especialmente los preadolescentes.

Hablo de malos tratos intencionados, ya sean físicos o psicológicos y sostenidos en el tiempo.


¿Te suena la frase “no hay nada como el amor de unos padres hacia los hijos”? ¿O la de “el amor
de un padre o una madre es incondicional”?

Para poder continuar, primero debes entender que no existe el amor incondicional. El amor también tiene límites, como el respeto, por ejemplo. Cuando se sobrepasan, deja de ser amor para convertirse en abuso y manipulación.

Violencia filio-parental

Se murió una planta de tanta
agua que le di. Entendí que dar
de más, aunque sea bueno, no
siempre es lo correcto.

9 preguntas para detectar una posible violencia filio-parental

Intenta responderte con la mayor honestidad posible.

1.- ¿Mi hija/o deja de hablarme a menudo?

La ley de hielo consiste en utilizar la indiferencia, anulando y silenciando a la otra persona. Es normal si sientes ansiedad, con la ley del hielo se busca la inestabilidad emocional del otro.

2.- ¿Se niega a comer en familia o pasar tiempo con sus hermano/as?

Es común que muestre desprecio no tan solo con el padre o madre, sino con cualquier figura de la familia, como hermanos o mascotas, con los que causar daño de manera indirecta.

3.- ¿Evito ciertos temas por miedo a una reacción de enfado desmedida?

Te ha enseñado que cuando te “sobrepasas”, rompe objetos, golpea las puertas, se autolesiona,
o incluso te amenaza directamente.

4.- ¿Me muestra respeto e interés solo cuando quiere conseguir algo?

Las fases de “voy a portarme bien para conseguir esto”, pueden crearte la falsa sensación de que está mejorando. Fíjate en lo que ocurre antes y después de los cambios de actitud positivos.
Su objetivo puede ser obtener algo que desea y tras conseguirlo, regresar a actitudes de manipulación o agresividad.

5.- ¿Me amenazan verbal, emocional o físicamente mis hijos?

Golpes, insultos, frases como “me voy a ir de casa”, “le contaré a todos la clase de padre/madre que eres”, “no volveré a hablarte jamás”, “no conocerás a mis hijos”… son algunas de sus armas para conseguir lo que quiere.

6.- ¿Accedo a sus chantajes emocionales?

Reflexiona sobre cómo actúas ante sus amenazas: ¿te mantienes firme en tu decisión poniendo
límites o te puede el miedo a que cumpla con su amenaza de irse casa o agredirte?, por ejemplo.

7.- ¿Moldeo mi día a día por y para el beneficio de mi hijo/a?

¿Cuánto tiempo estás dedicándote a ti y al resto de tu familia? Analiza cuánto tiempo le dedicas a esa situación: ya sea lidiando con las peleas en casa, acudiendo a tutorías con los profesores o simplemente dejando de hacer tu vida para dedicar tu energía a contener la situación.

8.- ¿Mis hijos me echan en cara situaciones del pasado?

Para avivar tu sentimiento de culpa, y por lo tanto tu nivel de pasividad, utiliza frases como “yo
no sería así o no me comportaría de esta manera si hubieras hecho bien las cosas”.

9.- ¿Su comportamiento te genera serias dudas de si tu hijo/a te quiere a ti o a tu familia?

Esta es una de las preguntas más duras, lo sé, pero no te precipites, no quiere decir que tu hijo/a no te quiera. El objetivo es que reflexiones sobre cómo lo sientes tú y cómo percibes el amor en tu entorno familiar.


Si sientes que tus respuestas han ido encaminadas hacia una posible confirmación de una situación de violencia filio-parental, puede que te provoque nervios y confusión, porque tú no quieres vivir una realidad así.

Cada año crecen los casos de violencia familiar como el que trato en este artículo y los profesionales de la psicología tenemos claro cómo abordar el problema.

El maltrato de hijos a padres no es una novedad, aunque sí ha sido un tema tabú durante siglos.
En el 2009, Pedro García Aguado transmitió por televisión a través del programa “Hermano Mayor”, la realidad de decenas de hogares que sucumbieron a la ira de sus hijos.

Aunque todo lo que ocurría en ese programa era muy impactante: gritos, golpes, amenazas… no siempre es así.

En aquel momento te parecían casos aislados: “seguramente creció en una familia desestructurada con problemas de drogas y alcohol”, pensabas.

Hasta que lo vives en tu propia piel y te das cuenta de que en ocasiones no es necesario haber vivido grandes dramas, porque no solo importa la gravedad objetiva del problema, sino también cómo lo vive cada persona.

VIOLENCIA FILIO-PARENTAL

La ley del hielo se basa en el silencio, no hay gritos, no hay golpes. Y aún así, se trata de abuso psicológico.

Puede que pienses que has fracasado como padre o como madre. Pero avergonzarte y vestirte de culpa no ayudará a mejorar la situación.

Deshazte de pensamientos como “debería de haber pasado más tiempo con él/ella”, “tenía que haber marcado límites antes”, “no soy un buen padre o una buena madre”…

Al igual que una relación de pareja no se rompe por un solo motivo ni por una sola persona, no hay un único motivo ni una única persona que haya generado toda esa rabia, rencor y orgullo que ahora se cuela por cada rincón de tu hogar.

Tú no eres la causa del problema, aunque sí puedes ser parte de la solución.

¿Qué hago para solucionar la violencia filio-parental?

Tras esta pregunta surgen un centenar de dudas.

Normalmente el mismo sufrimiento que provoca la situación, hace que te paralices y no sepas qué hacer ni dónde acudir. Y aunque sientas que tú eres la persona que está siendo directamente agredida, es difícil levantar la vista, mirar a tu alrededor y pedir ayuda profesional.

Como padre o madre, no puedes olvidarte del resto de la familia: especialmente de los más pequeños. Y todo esto se complejiza cuantos más miembros dentro del sistema familiar tengan un comportamiento similar provocado por la situación.

Son claves la unión, comprensión y comunicación para que podáis abordar la situación como un equipo.

Violencia filio-parental

Esto es lo que ocurre y así es como vamos a solucionarlo.

Aquí te dejo los 5 consejos más inmediatos que puedes adoptar si detectas violencia filio-parental:

1.- Trata de marcar y mantener límites y normas de convivencia familiar

2.- Construye una misma forma de comunicación común con tu pareja.

3.- Pon distancia emocional ante la situación, para poder abordarla con mayor criterio.

4.- Pon distancia física en el caso de sufrir agresiones.

5.- Busca asesoramiento psicológico que os ayude con la educación de los hijos.

Y ahora otra pregunta por responder y que seguro pasa por tu mente:

¿Tengo que llevar a mi hijo/a al psicólogo?

Violencia filio-parental

Por lo general, quien agrede normalmente no piensa en acudir a terapia, puesto que se envuelve en razones que justifican sus actos y sentimientos, impidiéndole ver el sufrimiento que genera en su entorno familiar.

La psicoterapia es desde luego una de las mejores soluciones para la mayoría de casos de maltrato familiar. Y la manera más recurrida, es tener una primera toma de contacto con los adultos, para poder evaluar cuál es el nivel de violencia del menor, ya sea física o psicológica. Y así poder decidir la mejor opción para abordar el problema.

Los psicólogos necesitamos conocer la dificultad de la situación y hasta qué punto la integridad de las personas implicadas está en peligro, tanto de vosotros los padres, como del menor o adolescente.

Un criterio básico para poder persuadir o no a un hijo/a a que acuda a psicoterapia es ver la gravedad y tipo de agresividad, y si ésta implica un daño significativo y reiterado (ya sea física o psicológicamente) tanto a los familiares como a uno mismo.

La cuestión entonces es ¿Cuál es la gravedad? ¿o cómo se mide? esto dependerá de la sintomatología de quien/es agreden y las consecuencias que provoca su conducta, puesto que pueden darse aparentes situaciones de maltrato y no ser conscientes de ello.

Así, aunque la situación no se perciba evidentemente grave pero sí significativa, es necesario remitirle a trabajar en terapia, a pesar de que pueda resistirse en un principio.

Violencia filio-parental

Recuerda que:

El modo en que te relacionas con tu hijo/a y cómo abordas la situación, puede marcar la diferencia entre el fin o la continuidad de la violencia filio-parental.

En este tipo de vivencias o situaciones también pueden surgir crisis de pareja por el desgaste emocional y los miedos de no saber manejar los conflictos o maltratos, este artículo te puede ayudar a abordar la crisis.

Este es uno de los artículos más especiales que leerás en mi blog.

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